Manuel
Casimiro, natural del Puerto de la Cruz, fue un gran estilista de la lucha
Canarias durante los años 1922 – 1944.
Documentación
que remitió entonces (2015) el amigo del Puerto de la Cruz; ANTONIO PÉREZ
CARBALLO.
Donde
se especifica la esencia de este gran luchador de la ciudad turística norteña.
Manuel
Casimiro le comentó a Antonio Pérez Carballo en una conversación que tuvo con
él. Le gano un par de desafío a Angelito el Zapatero de la Laguna.
Manuel
Casimiro fue el antiguo dueño del famoso bar portuense “Basura”: “…para los aficionados a la lucha canaria,
el nombre de “Casimiro” está íntimamente ligado a uno de los más grandes
estilistas de nuestro deporte vernáculo Manuel Rodríguez Delgado. Este estilista de la lucha nació en el Puerto
de la Cruz en el año 1904, siendo el segundo de doces hermanos. Sus primeros
pasos en la lucha se debieron la influencia de un tío suyo. Comenzando por ser
un juego y terminando por ser la gran afición de su vida. Su dilatada historia
de luchador va desde sus primeras actuaciones en unos improvisados terrenos en
la Plaza El Charco enfrentándose a luchadores de la ciudad portuense como “El
Mandarría” o José Mederos, hasta el día de su retirada en el Peñón veinte años
más tarde. Sus pasos serios en la lucha empiezan por su fichaje en el club
local, lo que le permitió acudir a los grandes centros de su época: La Orotava,
Tegueste, La Laguna y Santa Cruz de Tenerife. En la Orotava consigue su mayor
hazaña derribando a nueve adversarios. Gesta que no aprobaban pues lo
considerabas demasiado esfuerzo para una persona. Diversas circunstancias relacionadas con su
servicio militar le obligan a marchar a Cuba donde permanece dos años. Allí
tiene lugar el día más glorioso de su vida en la lucha con motivo de una
agarrada con Vicente Cabrera “El
Bombero” que él recordaba con esas palabras; “Yo estaba empleado en un bar y él
solía venir a tomarme el pelo, hasta que un día se encontró con la pared de
enfrente y nos desafiamos, De cinco le di tres. La gente me vitoreó. Lo
indecible y me invitaba a sus casa”. Enfermo del estomago tiene que volver a Tenerife. Castrillo un
gran aficionado a la lucha, quien lo introduce en la luchada de Santa Cruz.
Participando desde entonces en numerosos seleccionados. Sus negativas a viajar
por miedo a los mareos, le impidieron participar en otros tantos más. Pero en
las luchadas que se efectuaban en la plaza de Toros, principalmente contra
seleccionados de Las Palma, era presa fundamental. Tuvo grandes desafíos,
principalmente con Angelito, a quien admiraba y consideraba el mejor luchador.
Con Jeremía al que llegó a tumbar tres veces mientras que el adversario solo le
daba una, o con el Pollo del Cortijo.
Para Manuel Casimiro, no había luchador grande, pues para él la lucha no
consistió en la fuerza sino en la destreza. Según decía “Por muy grande que sea
el rival si se mueven bien los pies se le tumba”. Tal Vez por este motivo había
dejado de acudir a los terrenos desde el día que asistió a una luchada en el
Peñón portuense y observó que los luchadores solo se valían de la fuerza para
derribar al contrario. Desde entonces varias veces cruzó por su mente la idea
de formar una escuela de lucha. Pero su gran timidez y la falta de interés
oficial en aquella época le hicieron desistir. Su sencillez habitual le impedía
comentar sus grandes luchadas y solas en el seno de su familia o con sus amigos
más íntimos mencionaba algo. Con la lucha ganó algunas pesetas, como él mismo
reconocía. Pero interiormente todo lo hubiese cambiado por ese gran homenaje
que siempre soñó y que solo con sus más allegados, se atrevió a desear. Tuvo dos muy pequeños; uno organizado por su
vecinos de la Peñita, y otro en el Parque San Francisco, al cual no asistió
porque anecdóticamente, le quisieron cobrar la entrada. Su respeto y devoción
por la lucha le exigía que todo el que con ella estuviese relacionado se
tratase con mucha seriedad y “aquello no era serio”…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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