Fotografía correspondiente a una
excursión que realizó como director – profesor del Colegio Público de la Villa
de La Orotava; Nuestra Señora de la Concepción. Década de los años ochenta del
siglo XX.
El amigo desde la infancia de la Villa de
La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN “ESPECTADOR”, remitió entonces (11/09/2017),
estas notas referentes a su libro; “POLÍTICA EDUCATIVA EN EL VALLE DE LA
OROTAVA”, a partir de la pág. 177. Que tituló; “FERNANDO ÁLVAREZ ARBELO, DIRECTOR DE COLEGIO EN EL VALLE DE LA OROTAVA”: “…A Fernando Álvarez Arbelo le dejé el
cuestionario en una tienda de un familiar en el centro urbano de la avenida
José Antonio, de La Orotava. Tardé en localizarlo luego por teléfono algunas
semanas, hasta que por fin me citó en su domicilio en un mediodía de principios
del verano de 2001.
Don
Fernando no se ajusta exactamente a cuestionario y va desgranando sus recuerdos
como docente.
Reside en una vivienda al final--o al
principio si se viene de la Villa Arriba-- de la avenida de Sor Soledad Cobián
(La Orotava). Sor Soledad fue una monja de las Hermanas de la Caridad,
comunidad religiosa que regenta el colegio de La Milagrosa, que linda con esta
calle convertida, aunque sea sólo por nombre, en avenida. Tiene mucho tráfico y
la vivienda de don Fernando está en la acera norte. Allí, casi a un tiro de
piedra de su zaguán, están dos instituciones tan variopintas
como necesarias: el estadio de Los Cuartos y la casa cuartel de la
Guardia Civil, aunque ésta ya tiene proyecto de traslado a un nuevo edificio.
Don Fernando nació en 1925, en la calle
orotavense del Calvario. Como antes de ser frailes todos somos cocineros, don
Fernando, que tiene a sus espaldas medio siglo largo de profesión en el
Magisterio, recuerda los nombres de sus maestras. A estas profesoras, que
muchas veces iban a domicilio, se les llamaba ‘amigas’. Recuérdese la
célebre estrofa popular: «Hermana Marica, mañana que es fiesta, no irás tú a
la amiga ni yo iré a
la escuela; pondráste el corpiño y la saya nueva…». En el caso de don Fernando estas amigas fueron las maestras doña
María Jordán, doña Lucía, las Lorencitas y
doña Aurita, entre otras.
Ingresó como alumno en el colegio de San
Isidro, entonces regentado por los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La
Salle, en el año 1938, el plena Guerra Civil. Esta Comunidad
religiosa se fue de La Orotava en 1941-42, cuando don Fernando ya
avanzaba en el Bachillerato de siete cursos. En el colegio de Farraís termina
la Reválida, en el año 1946. El edificio principal de Farraís era la actual
Casa de Los Balcones, de la calle de San Francisco, y tenía también
instalaciones en la calle de La Hoya, donde hoy está instalado el Hotel
Victoria. La calle de La Hoya en los primeros años de la década de
los cincuenta se convertiría en calle Hermano Apolinar.
El mismo
año 46 entra por su quinta en el cuartel, donde estuvo año y medio.
Una
vez cumplido el servicio militar se plantea con otros profesores de la zona,
entre los que recuerda con mucho afecto a Marcos Estévez, dedicarse a la
Enseñanza. Una norma o decreto del 30-8-1914, aún vigente en la época pero que
iba a desaparecer definitivamente, les brindaba la oportunidad por última
vez, previo un examen similar a la Reválida del Bachillerato o
Examen de Estado, de obtener la habilitación como Maestros o
Profesores de Primera Enseñanza.
La
labor más destacada en su profesión fue luego, cuando se instaló en una
academia propia, en la calle de San Francisco número 4, donde hoy esta el
Centro de Artesanía, frente al que fue colegio de Farraís del que había sido
alumno, que es la Casa de los Balcones adquirida por el Cabildo para usos
turísticos.
En
su academia ejerció de director, de profesor y… de todo. Desde 1957 se la
reconocieron oficialmente hasta su cierre en el año 1966. La labor docente de
don Fernando se ve reflejada en una serie de promociones de orotavenses que por
carecer de medios económicos no pudieron acceder a centros privados ni a
estudios universitarios. Muchos de ellos han sido luego excelentes empleados de
la banca local y otros han ejercido de prósperos empresarios.
En
1966, don Fernando se presenta a la oposición y obtiene provisionalmente una
escuela en La Vera, barrio de la zona alta de San Juan de la Rambla, donde
estuvo sólo un mes, desde el 14 de octubre al 14 de noviembre de 1966.
Como
su señora esposa también es profesora de carrera, se le concedió traslado
inmediato a la unitaria del Barranco de la Arena, término de La Orotava. Fue a
vivir a una de las viviendas para maestros que se habían realizado en un
periodo de años que va aproximadamente desde 1958 a 1965. Tenían la vivienda en
la planta alta y el aula en la baja. Edificios que luego, desgraciadamente,
tuvieron el problema de la aluminosis que hemos dado en llamar cáncer del
cemento. Tenemos en este trabajo un capítulo aparte dedicado a este problema de
la aluminosis, pues fue vivido muy intensamente por el técnico que esto
suscribe.
Recuerda
con agrado y hasta con nostalgia don Fernando eventos muy interesantes en su
dilatada y fructífera carrera de profesor, tal como el campamento
escolar en el Monte de El Cedro (Isla de La Gomera), en el verano de
1967.
Luego
pasó al colegio de la Concepción, en La Orotava, ocupando una vacante en
septiembre de 1967, primero en plaza provisional, para luego cogerla
definitivamente. En este colegio ejerció de director durante doce
años. El 31-8-1990 se jubiló a la edad reglamentaria de 65 años.
Entre
los políticos que recuerda con agrado está Ramón Álvarez Braun, en su etapa de
director general de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.
Recuerda
que las huelgas jamás le afectaron, y sólo se produjeron en este centro de
forma muy pasajera, algún paro laboral transitorio y escaso de algunos de sus
compañeros profesores más jóvenes. Como recinto
deportivo tiene el patio central. La ampliación de aulas que ya está
terminada, fue un proyecto largamente anhelado, pero que no se consiguió sino
después de varios años de solicitarlo, debido a problemas con organismos
autonómicos que controlaban la zona dentro del recinto
urbano histórico de la Villa, concretamente en la calle Viera, hacia
donde tiene la fachada principal dicha ampliación.
Don
Fernando recuerda con mucho sentimiento y hasta con orgullo, su etapa de
director de su propio centro, que aunque fuera privado,
estuvo abierto a todas las clases sociales del casco de La Villa.
Ejerció
labor pedagógica y también labor de formación religiosa, muy vinculado siempre
a los actos de la parroquia de la Concepción, en las fechas religiosas más
destacadas. Hacía brindis matutinos en su propio domicilio de la
calle del Calvario, y a él lo agasajaban a la antigua usanza, con un arco de
frutas en el trono del principal de la familia. Estuvo unido también a la
institución de la Clínica de San Juan de Dios, con cuya comunidad desarrolló
actos cívicos, sociales y religiosos.
Don
Fernando, a la vista de cómo se está desarrollando la educación en la actual
juventud, no duda en afirmar que por nada del mundo se dedicaría ahora a la
Enseñanza, dado el cariz de pasotismo muy extendido en las nuevas generaciones…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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