El amigo desde
la infancia de La Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN, “ESPECTADOR”,
remitió entonces (08/02/2009) estas notas que tituló; “ACCIDENTES
Y SECUELAS”.
Publicadas en “valle de lágrimas”, La
OPinión de Tenerife ocho de Febrero del 2009: “…A raíz del reciente (2009) accidente de una avioneta en el monte
de La Orotava,
me acordé de que en 1960 un amigo mío, Juan José, con una avioneta del Aéreo
Club, cayó a tierra de modo similar, entre nubes, en unos andurriales entre
Bajamar y Las Mercedes.
El primer avión caza de guerra, de propulsión a chorro, que
atravesó los cielos de Santa Cruz sobre la plaza Weyler fue a principios del
verano de 1955. Y el primer helicóptero que violó varias veces los tranquilos
cielos del Valle de La Orotava
lo hizo también en 1955, en el mes de octubre. Una de las veces se posó en la
arena de la playa de Martiánez, invitó a subir a una señorita bañista, ésta
aceptó, le dio un voltio por los azulados cielos de los alrededores y la trajo
de nuevo a la playa. Yo fui testigo. Hoy aquella señorita es abuela.
Empecé a coger miedo a volar cuando iba por motivos de trabajo
(1973-1976) al aeropuerto de El Hierro, antes de la ampliación de la pista. Fui
un par de veces con un compañero, Andrés, y nos daba tanto erote (miedo, en
idioma "canario antiguo") que, cuando el avión foker maniobraba en
curva para desviarse de la montaña ubicada delante mismo de la cabecera oeste
de la pista herreña, nos inclinábamos instintivamente para un lado, como si
fuera una clase de práctica de lo que nos había enseñado el profe de Mecánica
respecto de las fuerzas centrífuga y centrípeta. Pero el miedo se convirtió en
pánico funcional cagalitroso (ustedes me entienden) el día en que una azafata
nos dijo que, según el argot de los pilotos, en El Hierro había que botarse,
¡dejar caer el avión! Al poco tiempo tuve que ir a Madrid y fui en barco hasta
Algeciras y, como tenía prisa, desde allí cogí un taxi hasta la capital.
Recuerdo otros accidentes con secuelas: Un avión DC-6B (cuatro
hélices), que traía al CD Málaga, se quedó corto y aterrizó a la altura de
donde hoy está el Padre Anchieta. Fue el sábado 29 de septiembre de 1956, antes
de la obra de prolongación de la pista. Pasajeros y tripulantes sobrevivieron
todos. El partido de segunda Tenerife-Málaga se atrasó dos días, pero los del
Málaga -averigüe usted el motivo- dieron más leña que un palo a una estera.
Hubo otro accidente en mayo de 1965: un Super Constellation (cuatro hélices
como el DC-4, pero algo más rápido) aterrizó con niebla contra una máquina que
estaba trabajando en las obras de ampliación de la pista. Hubo muertos y
supervivientes. Una de las fallecidas, María Corina, regresaba de Madrid, de
comprar cosas del ajuar de su boda. También se accidentó un DC-3 (dos hélices),
que amerizó junto a la costa de El Sauzal, en septiembre de 1966. Uno de los
pasajeros, Fernando, trabajó después conmigo. Caminaba lentamente y se le
notaba algo de tartamudez. ¿Fueron secuelas del accidente?...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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