Se trataba de una época
en la que todo el mundo se conocía y por tal motivo no es nada de extrañar que
yo supiera el nombre del agente municipal que interrumpe con criterio el
tráfico con la intención de proteger de un posible accidente al caballero ebrio
que termina auxiliándose de un tutor provisional –una farola–, tratando de
mantener así la compostura y el equilibrio.
La escena ocurre ante el
llamado popularmente Canal de Suez (calle de Quintana, en su confluencia con la
Plaza del Charco) y el turista en cuestión, dada la hora del día y su especial
atuendo para un lugar como Canarias, pudo haber llegado ya borracho desde su
país de origen, sin ni siquiera preocuparse por saber su destino exacto con tal
de que en él se le garantizara oficialmente beber hasta tal extremo.
Posiblemente fuera uno
de los días más felices de su vida y así quiso expresármelo cuando se dio
cuenta de que le fotografiaba pero debo admitir que no le fotografiaba a él en
particular sino a todo el entorno, sin el cual no hubiera dado respuesta
coherente a la composición de la escena...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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