lunes, 19 de marzo de 2018

LA CALLE EL AGUA (III)


Según nos cuentan en las páginas 106, 107 y 108 del libro “LA OROTAVA, SUS CALLES Y SU HISTORIA” el amigo y compañero de docencia; JUAN J. MARTÍNEZ SÁNCHEZ.
Con la Colaboración del también amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava, igualmente compañero de docencia; ANTONIO DELGADO ÁLBELO. Las esencias de la calle Tomas Zerolo (Calle El Agua) de la Villa de La Orotava: “…Si acaso fue fluir alguna vez la vida y nosotros lo hemos podido ver, ello es el paradigma de esta calle. ¿Es el agua quien fluye por la atarjea de la calle o ésta con todo su continente quien fluye para deleite de quienes la contemplamos asomados desde el balcón de la ciudadela de Santo Domingo o desde la balaustrada de su convento, y si fuese desde la ventana del centinela que guarda el acuartelamiento de la Guardia Civil, o tal vez desde el postigo que dicha ventana abre para dar paso a la luz que proyecta la calle sobre la exposición que el Cabildo ha reinventado sobre la cultura, en su interior? Fue desde el primer momento el acicate del manantial quien mantuvo en vilo a los de Lugo y éste lo usó como premio a quienes compartieron con él la aventura de requisárselo a sus antiguos usufructuarios, repartiéndolo a capricho entre sus huestes. El Rio que atraviesa el Valle de la cumbre a la mar trae a mediados del siglo XIX un caudal de 16.000 a 20.000 pipas diarias; su origen está en la reunión de distintos manantiales en la Aguamansa. Su utilidad fue distinta en el tiempo. Durante el Siglo XVI la de mover las muelas de los trapiches del azúcar y desde siempre las de todos los molinos de gofio que se encontraban a su paso, también fue alimento de lavaderos y abrevaderos para las bestias y refresco de nobles y medianeros. Su fin último, regar los distintos monocultivos de la zona baja del Valle. La espina dorsal de esta calle es el fluir permanente del agua desde los orígenes del poblamiento europeo. En torno al canal de los adulados o regantes del Naciente vemos surgir inmensas mansiones que se nos aparecen como modelos de moradas traídos de lejanas tierras por una mano gigante que al dejarlas caer en tierra hubieron abrazado al aroma de estos aires del Valle transformándose en otra cosa. Desplegaron sus ventanales decorados con rústica maderas de la tierra, la tea. Desenvolvieron sus hermosas escaleras interiores, bien bajo la caricia del cincel del cantero en la piedra, traídas de las canteras de las fuentes de Tigaiga, bien bajo la mano diestra del buril del carpintero. Filigranas heredadas e inventadas contemplan unos patios que rompen el calor en un asiento de flores en permanente primavera y que se adaptaron maravillosamente en cada una de las casas de la calle. Quien no vivió Al-Andalus no sabrá nunca que fue en los patios donde se detuvo el tiempo entre el rumor de las fuentes y el fresco de los helechos, el lugar donde se desarrolló la vida cotidiana de sus habitantes que guardaban allí celosamente su intimidad, dándonos también luz sobre su carácter. Los artesanos nos hablan del gusto por el juego geométrico de estilo mudéjar y de la habilidad de los carpinteros 106 de estas tierras. Dándonos un simple paseo podríamos, al recorrer la calle, trasladamos desde el S. XVI Casa Mesa, al S. XVII Marqués de Celada, S. XVIII Benítez de las Cuevas, S. XIX Ascanio, S. XX Machado. El convento de Santo Domingo obra del S. XVII pone la linde espiritual entre una clase social de terratenientes y hacendados y los medianeros de sus fincas. Estos testigos del pasado, centros de poder económico y social durante tanto tiempo, están hoy, por los avatares de la historia, casi en su totalidad deshabitados. Sería un desatino que no se conservaran en su integridad para disfrute de las futuras generaciones. Estas casas, hoy huecos vacíos, fueron hábitat de las esencias que dominaron la vida político-social, económica y cultural de la región: marqueses de Acialcázar, de Adeje, de Celada, de Muni, del Sauzal, de Villa de San Andrés, de Villanueva del Prado y de Villafuerte; condes de La Gomera, de Siete Fuentes, del Valle de Salazar y del Palmar: y vizconde del Buen Paso. ¿Cuál es la huella que dejó en la Villa tan noble presencia y cuál dejó en estos espíritus la música del agua fluyendo por la calle? Personaje que da nombre a la calle Hubo una vez un hombre que tuvo la vida latiendo cientos de veces en la yema de sus dedos, bajo el bisturí. Hubo una vez un hombre que con su tesón y su entrega supo detener la penetración del cólera en la isla. Hubo una vez un hombre que no sólo detuvo su mirada en el atardecer perfumado del Valle sino que recorrió montes y quebradas aquí y allá en la lejana península, buscando el clima ideal para mitigar el dolor y devolver la salud de sus contemporáneos. Hubo un hombre que, además, abrió su corazón de poeta para el goce y disfrute de sus conciudadanos. Esto es al menos lo que cuentan de ese hombre que vivió y murió en este pueblo: D. Tomás Zerolo. Había sentido las primeras caricias de Doña Micaela, su madre, allá en la exuberante Tyterogata (Lanzarote), tierra donde las cenizas de Atchen fueron la simiente para el vivero permanente de artistas, poetas y titanes, otrora también de camellos y dromedarios; los sonidos primeros que llegan a sus oídos fueron sin duda el canto de las caracolas marinas. 107 Otros datos 108 Don Tomás fue licenciado en Medicina por la Universidad de Madrid y se instala en La Orotava al casar con doña Isabel Fuentes vecina de esta Villa. Nos habla de su quehacer el Acta Municipal del día 20 de enero de 1910, sesión de Pleno que comienza a las 7,30 de la tarde y termina a las 8,15. En ella leemos la opinión de sus convecinos: "...Médico notable e insigne patriota... Creador de la obra Climatoterapia de la tuberculosis pulmonar presentada el año anterior en Italia... Verdadero prodigio de la cirugía... Coordinador de la lucha contra la invasión de cólera en la Capital llenando de tranquilidad a la población... Nunca regatea sus servicios a los desheredados de la fortuna a quienes prestaba gratuitamente sus servicios médicos... Subdelegado de Medicina de este Partido... Inspector Municipal de esta localidad... Médico del Hospital de la Santísima Trinidad de esta Villa... Devolviendo a muchos las vidas por su arte de operar, a más de verdadero patriota... La gran comitiva que acompañó al cadáver al cementerio revelándose en el semblante de todos la pena inmensa que embarga sus ánimos... Y se levanta la sesión en señal de duelo sin tratar los demás puntos del orden del día". Recordatorio, epitafio y despedida en el día de su muerte. Y nada mejor que su propia voz para hacemos partícipes de la riqueza de su espíritu en el canto que hacen los Juegos Florales de esta Villa, celebrados en el primer año de este siglo, en el teatro Atlante, de los que fue mantenedor: "Oh mar, quien te contemple se conmueve y te bendice!. ¡Tu culto se impone, porque en los abismos de tu seno hay algo más que conchas y corales...!. La justicia está en tus claustros de diamante; en tus manos el castigo. ¡Ah señores, la vida es corta, legítimo el placer estético, gocemos viendo el Valle!... Aquí se trata solo del despertar de un pueblo que al arrullo enervante del Océano, ha prolongado demasiado el dulce sueño de la infancia. ¡Ya despiertos, armémonos de ideas redentoras!... Nuestros eternos dragos que alzan amenazantes sus brazos sangrientos y robustos, como haces de serpientes, coronadas de puñales... No hay más patria que la resultante de la suma de sus regiones, ni región más española que la nuestra... Defendamos, por encima de todo, nuestra augusta trinidad: la libertad, el trabajo y la belleza..."

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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