Un pueblo que no cuente con centros donde la juventud pueda cultivar y
desarrollar sus aficiones artísticas, podrá ser un pueblo más o menos
importante, más o menos culto. Pero no hay duda de que es un pueblo que le
falta algo esencial para completar su formación intelectual. Doloroso es
descubrir las propias faltas; pero no reconocerlas es en fin de cuentas, una
inútil puerilidad que nada práctico conduce. Por eso hemos creído preferible
siempre exponer claramente los defectos que adolecieron en La Villa de La
Orotava al principio del siglo XX; consiguiéndose que aquellos se corrigieran o
se lograra interesar a las personas a quien competa en un sentido útil
determinado, el pueblo se benefició y la Orotava cumplió con su deber, con lo
cual se sintió plenamente satisfecha. Eso se pudo observar en el grato
contraste que ofrecía la Academia Municipal de Dibujo, bajo la dirección
del profesor Don José María Perdigón, que a través de los años y con una
constancia y voluntad ejemplar, se logró poco a poco imbuir en la conciencia de
sus alumnos un gran interés y amor al arte del dibujo, del que muchos sacaron
utilidad y provecho, sobre todo los que siguieron el aprendizaje de los oficios
de carpintería, ebanistería, tapicería, barnicería y albañilería, oficios en
los que es imprescindible la delineación como complemento, o mejor, como
base de donde parten.
La Orotava al final del siglo XIX cuenta con el taller - escuela del
artista don Nicolás Álvarez autor de la parte superior del púlpito de
mármol de origen italiano de La Concepción y de la construcción del Mausoleo de
la Quinta Roja según diseño del arquitecto Francés Adolfo Coquet y del Kiosco
Mudéjar de la Plaza de la Constitución, hermanos e hijos, en la calle El
Agua(Tomás Zerolo), trasera del callejón El Loro(Barranquillo Araujo). En esa
escuela se forman los que iban a ser grandes maestros en el arte de la noble
madera, los hermanos Ananías y Eustaquio Hernández, que posteriormente se
independizan montando su propio taller en la calle de Las Monjas o del Hospital
(Cólogan). El primero se queda como capataz, debido al apuntamiento de su mano
izquierda en el antiguo Hospital Civil de Tenerife del barranco Santos, por los
doctores; Fernández, Bethencourt, Sánchez y Rodríguez y el practicante Sr.
Hernández. Accidente producido el día 26 de noviembre del año 1914, en una
maquina cepilladora del taller de los Sres. Álvarez, en la que se tinturó
completamente la mano izquierda. Otros artesanos salidos de la gubia del mismo
taller se instalan por su cuenta montando su propia escuela. El Sr. Facundo
Martín Lemus (padre de los hermanos; Segundo, Isabelino y Néstor) y su hermano
Joaquín monta su industria en la calle Viera. Isidro Cruz y Eustaquio García
colocan su escoplo primero en la calle Cólogan donde tuvieron los hermanos
Hernández y posteriormente en la calle El Calvario. Y por ultimo Juan
Betancourt (conocido por Juan Benigna) abre su propio taller en la calle el
Agua y una ferretería en la misma calle esquina con la calle de La Iglesia, que
posteriormente traslada a la calle el Calvario.
En la villa Arriba concretamente en el Barrio del Farrobo, en las cuatro
esquinas por encima del templo parroquial de San Juan Bautista, estuvo la
carpintería y ebanistería de Adolfo Padrón y de Julián Ananías Hernández Pérez, al final se separaron
se quedó con el taller Julián Ananías que posteriormente fabricó uno nuevo en
el Barrio de La Candelaria El Lomo y Adolfo Padrón se fue a su taller de la
calle Castaño (actual Domingo González de Chaves y García).
Pero el talante del arte de la madera se consolida con la implantación por
parte del Ayuntamiento de La Academia Municipal de dibujo, que tenía gran
número de alumnos del gremio de carpintería que ocupaba totalmente los
pupitres, agrupados en distintas secciones, unos manejaban el tiralíneas, otros
sombreaban los dibujos de adornos y algún que otro tratando de volver la
blancura y nitidez a la cartulina donde un descuido o la insuficiente pericia
dejaba un trazo mal hecho o una sombra mal dibujada. En un extremo de la mesa,
un pequeño con tenacidad y paciencia trata de enderezar la nariz rebelde de un
mayestático personaje de la antigua Grecia y otro se empeñaba en disfumar una
nube que inadecuadamente se posó en el ojo de una dama de aristocrático. En un
rincón aparte varios jóvenes con las manos embadurnadas de barro, unos,
de yesos, trabajaban afanosos en modelado y vaciado, otra de las distintas
actividades que en la Academia se practicaba. Había también un grupo que se
dedicaba a trazar planos, bien copiando de los modelos o de propia imaginación.
Los novatos, en cuyas manos poco hábiles aún vacilaba el lápiz, se entretenían
en trazar líneas a pulso y dibujar figuras geométricas con el tiralíneas.
La Academia
Municipal de Dibujo de La Villa de La Orotava, se había fundado en el año
1.923, y en el mes de Julio, fue creada siendo Alcalde de La Villa don Agustín
Hernández y Hernández, nombrándose profesor de la misma, al Sr. Perdigón, cargo
que desempeñó con la suficiente eficacia, con voluntad y entusiasmo de su gran
afición al dibujo, y su deseo de servir en lo que él pudo al pueblo orotavense,
precisamente hasta su muerte, acaecida en la Orotava en el final de la década
de los años sesenta. Esta escuela en principio se fundó con el nombre de
“Academia Municipal de Dibujo”, para obreros e hijos de obreros. Antes se había
pensado crear una escuela de Arte y Oficios, pero la entonces situación
económica del municipio no le permitía por ser muy elevado el costo que una
escuela de esta naturaleza suponía.
Eso no pasó de
ser una ilusión, tal vez irrealizable. El ambiente artístico de La Orotava,
dejaba mucho que desear, no, porque entre aquella juventud no había afición por
el arte. Evidentemente aquella juventud no se hallaba donde desarrollar su
inteligencia, ni sus habilidades. No solo del pan vivía el hombre y que a lo
prosaico de la vida hay que añadir, para hacerla más llevadera, las
demostraciones del espíritu, fue indudable que las aspiraciones del Sr.
Perdigón debían tener pronta y palpable realización. Si La Orotava, para
conseguir que la idea de la primitiva Academia de Dibujo, se completara,
tendría que reforzar los pobres razonamientos con argumentaron lo irrebatible.
Todos estos hombres iban a ser en el día de mañana artistas y operarios, unos
más y otros menos, según su capacidad y constancia, aprovechaban estas
enseñanzas, de las que se derivaron una mejora en el aspecto artístico y
profesional. Tanto es así que de la Academia Municipal de Dibujo, salieron
todos los grandes artesanos y ebanistas de nuestra Villa.
Un pueblo sin
tales cimientos, sin tal columna vertebral, es construcción proclive a
desmoronarse o masa de puro protoplasma sin un carácter figurativo concreto.
Como una persona sin memoria sin recuerdos, que jamás podría dar razón de su propia
identificación. Parte importante de esa intrahistoria son los personajes que de
forma arquetípica han servido a la comunidad, con la tradición que sus
iniciativas supieron crear y fomentar, con la impronta que en ella marcó su
acción desinteresada. La academia fue la influencia artística de una familia.
Porque cuando una labor tan fecunda como la desarrollada por la familia
Perdigón, se prolonga durante tantísimos años; cuando un quehacer artístico tan
significado se transmite, constituyéndose en admirable obra de continuidad, no
cabe la menor duda, de que produce una indiscutible influencia en el medio, que
condiciona y contribuye al enriquecimiento de éste. Por eso tenemos la firme
creencia de que la inquietud estimulante, de que la sensibilidad despertada, o
sostenida a través del tiempo por los miembros de esta ilustre familia, fue en
su día factor decisivo para la fundación de la escuela artesana de la noble
madera villera. El ex – catedrático de la Complutense madrileña don Jesús
Hernández Perera, refiriéndose a la valiosa producción artesanal, elaborada por
los activos talleres de ebanistería y carpintería artística de la Villa,
afirmaba que, en la precisa creación del diseño, no ha dejado de constar, lo
mismo que ha ocurrido en los tapices y corridos florales de las fiestas del
Corpus, la labor tan callada como eficaz de la benemérita Academia de Dibujo,
de la que nunca serán suficiente cuantos elogios se reiteren para su ejemplar
trayectoria. El pueblo de La Orotava siempre vivió libre, nunca pensó en
que nadie pudiera arrebatarle esa cualidad y privilegio que el orotavense ha
disfrutado desde el mismo momento que Dios-Hombre, Hijo de Dios, libertaba a
todos los hombres desde el madero santo de la Cruz en el Calvario.
Exponer a
continuación la relacionan de los alumnos matriculados en la Academia de dibujo
en el año 1.923, que con posterioridad muchos de ellos iban a ser los maestros
de las escuelas de carpinterías, tallistas y ebanisterías de la Orotava:
Alejandro Calzadilla, Jerónimo Carrillo, Cándido González Pérez, Sebastián
Regalado, Francisco González, Agustín Baeza, Luis García, Antonio Acosta,
Maximiliano Delgado, Antonio González, Lorenzo Hernández Armas, Jesús Bautista,
Antonio Bautista, Agustín Rodríguez, Tomás González, Ramón Bautista, Jesús
Hernández, Pedro García, Ramón Gutiérrez, Manuel García, Francisco Dorta,
Francisco Hernández, Isaac Valencia Pérez, Ricardo Torres, Melchor García,
Gaspar Martín, Luis Diego Cuscoy, Juan Vega, Eulogio García, Manuel Machado,
Eloy Martín Fernández, Rafael Hernández, Federico Hernández, Melchor Escobar,
Jesús Machado, José Hernández, Gonzalo Trujillo, Agustín Regalado, Jesús
Rodríguez, Hermengaudio Polegre, Pablo Peña, Salvador Vela, Alfonso Pérez
González, Ignacio Pérez González, Rafael Álvarez, Heriberto Linares, Sebastián
Ojeda, Francisco Rodríguez, Cristóbal Rodríguez, y Francisco Delgado.
El ebanista
villero don Eustaquio Hernández, artífice de los nobles muebles clásicos
decorativos del Hotel Taoro del Puerto de la Cruz, trasladado posteriormente al
Parlamento Canario. Monta una nueva industria en la calle el Agua con el
entonces joven ebanista Isaac Valencia Pérez, que perteneció a la escuela de
Cruz y García y ya se había independizado en su propio taller de la Cruz del
Martillo. Al final deciden emprender cada uno por su cuenta distinto caminos,
don Isaac se queda en la calle El Agua y monta su propia escuela. Don Eustaquio
crea un nuevo taller en el callejón El Loro (Barranquillo Araujo) con dos
nuevos socios; Don Esteban Delgado y don Jesús Morales y su hijo Lorenzo
Hernández Armas. Hay que venerar los esfuerzos de unos maestros, que
sobresalían en el arte confeccionado honradamente con menesterosos materiales
que tenían a su alcance, y que en la actualidad son joyas del pretérito, que la
Villa de Arriba, concretamente el Farrobo fue habita de muchos talleres de
ebanisterías, por el ejemplo lo que se encontraban en la calle La Canal
(Marques de Celada) regentado por maestro Agrícola (conocido por El Sacristán)
y su hermano Paco encargado de confeccionar las cajas para los difuntos. En la
Villa Abajo concretamente en la calle La Paloma esquina con la calle Viera el
taller de maestro Domingo Burgos con maquinaria artesanal de material de madera
construida por el mismo. Y en el llano de San Sebastián en la portada del
antiguo hospital de la Santísima Trinidad, el futbolista del UD. Orotava Monago
y su cuñado y posteriormente maestro Pancho conocido por Pancho Barranco que
construía muebles estándar para una empresa santacrucera. Sin embargo, el pueblo
orotavense si ha sabido conservar en buenas condiciones la joya más preciada
dotada de los antepasados, su hermoso casco histórico, que hoy como ayer sigue
custodiado por el majestuoso padre Teide, mientras que en el horizonte se
vislumbra el gran océano Atlántico. La Orotava y su casco histórico forman un
todo perfecto e inseparable. La Orotava se ha convertido en fuente generadora
del arte para este pueblo y para todo Tenerife, por lo que los orotavenses no
debe bajar nunca la guardia en todo lo que respecta a su mantenimiento en
optimas condiciones para disfrute de todos, locales y foráneos, por encima de
cualquier otra clase de intereses, y todo ello con el honor de que se conserven
sus grandes casonas señoriales, sus templos, sus conventos, sus calles y sus
acueductos. Claro está que, la imparable especulación urbanística que
forzosamente acompaña a todo fenómeno de desarrollo, unido a la siempre
deseable mejora en las condiciones de vida, ha tenido como consecuencia la
desaparición de casi medio Valle de verde esplendor por eminencia, así como
algunas construcciones típicas, que se hallaban en el histórico casco villero,
y que lo hacía más atractivo, que como lo observamos hoy, transformándose la
Villa en un núcleo con mezclas de construcciones modernas y clásicas de antaño.
Maestros como Victoriano Martín Raya, Melchor González Suarez, Urbano Sosa,
Adolfo Padrón, Ángel Martín Trujillo de la escuela Cruz y García y Gregorio
Mesa, Benjamín González Pérez, Matías Hernández y Isaac Quijada de la escuela de
don Juan Bethencourt, los que se quedaron en la industria de los Sres. Álvarez;
Maestro Domingo Delgado(Febles), músico - compositor, Pedro Martín el Flauta,
Tomás Escobar, hermanos Juan y Pablo Hernández (Posteriormente taller propio,
calle Alférez Provisionales), Ángel Baute (Taller propio calle El Cantillo con
sus hijos), Antonio Coronado, Pedro Hernández (El Polvorín), Antonio Morales e
hijo, Víctor García, Narciso Pérez, Juan Jesús Coronado, Antonio y su hijo
Arnoldo(Taller propio en la huerta Castaño) y Juan García(Vital). Los
barnizadores Manuel Regalado, Juan Regalado, y Antonio Delgado del taller
García y Cruz. Los Tallistas Liborio Valencia, Manuel (Taller propio en los
Cuartos) y Juan Pedro Escobar (Alfombrista y taller propio en la calle San Juan),
Eladio Luis Valencia, Leonardo Ruiz (Alfombrista y taller propio en los Pinos)
y José Antonio Hernández (Taller propio en el Risco Caído). Los tapizadores
Pepe Hernández (El redoblante), su hijo José Hernández Quevedo (Maestro de
maestro), hermanos Calzadillas, todos ellos dejaron mucho que desear. Pero en
la Villa destacaríamos a tres hombres importantes en el arte de la madera, un
maestro de una iniciativa impresionante en el trajinar de la noble madera
don Eustaquio Hernández. Y dos maestro eruditos llamado del último
reemplazo; don Isabelino Martín Pérez (Dibujante y alfombrista) considerado
como el mejor en todos los conocimientos del dibujo; teóricos y prácticos y por
ultimo don Victoriano Martín Raya (Alfombrista y carretero de San Isidro) como
el mejor maestro de ebanistas por sus facilidades técnicas.
Un museo de
muebles de artesanía en La Villa de La Orotava es necesario y decisivo, debido
a acentuar una producción relacionada con los trabajos de la madera, y la
oportuna afirmación de los acreditados provechos de nuestros resignados
artesanos, que precisan rebrotar la sobriedad de antaño, en nuestra querida
Villa.
El museo,
ojalá ocupe una gran mansión a conservar, sin lugar a duda debe de
ocuparse mayoritariamente del ámbito constructivo referente al histórico mueble
de artesanía. Acerado, ensamblado, chapeado, coligado y combinaciones diversas
de partes móviles y desmontables, así como en marquetería y barnizado,
completando lo que acerca del particular se ha dicho.
Los muebles de
La Orotava han viajado a distintos lugares del archipiélago Canario,
especialmente a Las Palmas y La Palma, Inglaterra o Alemania, pero
principalmente a la Península y Venezuela. El orgullo del hombre orotavense
está garantizado, muebles que generación tras generación se mantienen vivos,
constituye sin duda un motivo de satisfacción.
La Orotava es
cuna de artesanos de la madera, del dibujo, de la talla, de la ebanistería, de
los torneados o de los relieves inspirados en diversos estilos. La industria de
la madera está consolidada y de gran tradición, traspasadas de padres a hijos o
simplemente empleados que ávidos por constituirse en empresarios han sido
capaces de mantener un arte aprendido e introducido en el hombre desde su más
temprana edad.
Es necesario
que se plasme en la Villa una gran cooperativa de maestros carpinteros, así me
lo atestigua mi ex compañero de docencia del Instituto de FP. De La
Orotava(I.E.S OROTAVA MANUEL GONZÁLEZ PÉREZ), el profesor de dibujo y
arquitecto técnico Paulino Padilla. Deseo comunicar a los lectores, que, en el
curso académico 1993 - 1994 se graduaron los tres primeros Técnicos
Especialistas en Muebles y Diseños de la Madera.
Esta rama está
especializada concretamente en el empírico croquis del listón, que
reivindicaban los orotavenses desde hace muchísimos años, para no empalidecer
su histórica costumbre, que últimamente se encuentra mermada por inobservancia
de técnicos especialistas. Entre los graduados del instituto villero, se
encuentra un artesano que heredó de su progenitor el arte en la noble madera.
Este hombre conocido por Adolfo Padrón Pacheco, debería ser el prototipo de
todos los que deseen continuar con los talleres artesanales, que tanto ha
costado gozar a antepasados.
Un museo de
muebles de artesanía tiene un singular interés para la familia orotavense, ya
que a través de ella se suele regresar al lugar que ocuparon los pasados,
pioneros de estas exposiciones, y de la cual se aprende todo lo que se sabe y
ahora se debe de exhibir con orgullo.
Efectivamente
es necesario la creación de una gran Cooperativa, porque la cooperación es un
humanismo, una cultura, que parte de -un debe ser-, que es el
punto de partida para una pedagogía y para llevarla a cabo hay que movilizar
muchos y variados medios, empezando por los financieros que, en buena parte,
hay que destinar a este bien.
Don Alfonso
Trujillo Rodríguez, decía que la arquitectura Canaria, ha sido más obra de
carpintero que de arquitectos. Está demostrado que en la arquitectura
intervienen condicionamientos climatológicos y ambientales, de paisaje y de
materia prima. Pero, de lo que parece haber sido una imposición de la
naturaleza y una exigencia de medios, ha surgido toda una tradición artística
que, ya desde nuestra arquitectura -artesonados, balcones-, a través de
nuestros imagineros, hasta los realizadores anónimos de nuestro mobiliario. Y
la tea resinosa, o el veteado castaño, o el solicitado barbusano, han sentido
en La Villa de La Orotava la caricia de manos suprasensibles que se han
transformado en gubias silenciosas.
Las
exposiciones de Muebles de artesanía, celebradas en la Sociedad Cultural Liceo
Taoro, han contado con un policromo e intenso programa, en el que han
participado unas veintenas de artesanos de La Orotava, exponiendo en sus
elegantes salas sus últimos trabajos de ebanistería, de gran nobleza y variados
estilos de época, como el hispano-portugués, ingles, colonial canario, francés,
imperio, Luis XV, versalles y Reina Ana. Elaborados con madera de ébano. Cajas
de Cedros, muebles auxiliares, herramientas de trabajos, sillas victorieras,
sofás, talla en relieve y bajorrelieve, balaustre y arranques de escaleras.
El arte, y la
comodidad, así como las normas de las más eficaz e higiénica construcción, que
con el mobiliario en general se refiere, tienen sus más fieles seguidores en
estos auténticos artistas de la carpintería, que se han ganado una justa y
reconocida fama, no solo en la isla, sino en la provincia y en general en todo
el archipiélago.
Los
carpinteros orotavenses, paladines de esta modalidad industrial, cuya categoría
es de primera fila entre sus similares de la isla, como puede comprobarse en
todo momento, en sus magníficas y perennes exposiciones de muebles de todos los
estilos Luis XV, rococó, colonial, y Chippendale. La maquinaria moderna, así
como el personal especializado hacen que su producción sea excelente,
inmejorable presentación y de diversos precios; todos ellos en consonancia con
las posibilidades económicas de su numerosa clientela, que pueden adquirir
desde el mueble más económico - siempre presentado con depurado
gusto - hasta el más costoso, en que el material empleado, así como
su ornato en general, responden a todas las exigencias.
En una
exposición se debe demostrar el progresivo trabajo de nuestros artesanos a
pesar de los momentos de crisis actuales.
Nuestros
carpinteros forman un gremio unido en su profesión. Así en los ratos de ocio
cultivan, con aprovechamiento singular, la música, formando entre ellos una
numerosa y bien conjuntada banda. Esto le honra sobremanera y nos prueba que el
aliento artístico se mantiene en todas sus actividades y que, junto con el afán
de hacer cosas útiles y provechosas, está la motivación artística y el gozo de
practicarla. Las iniciativas en este sentido han sido muchas, desde organizar
actividades culturales y de entretenimiento, así como religiosa.
En La Orotava
se trabaja las más nobles maderas, desde la tea y el barbusano de los montes
vecinos al cedro y la caoba foráneas. En nuestros talleres pueden admirarse las
más diversas formas y estilos. Desde el español y el llamado -
popular canario -, hasta los codiciados Luis XIV y Luis XV. Y sobre todo, los
diseños ingleses. Como Cádiz, como Menorca, somos deudos del gran país. Porque
en La Orotava, se reproducen esos mismos estilos. Y las sillas victorieras,
casi olvidadas de sus patrones originarios, para entrar, a través del ajuar de
las novias.
Es importante
simbolizar al desaparecido Álvaro Martín Díaz, el popular Almadi, que en la
noche del jueves Santo, la Iglesia de San Juan Bautista de Farrobo, le
despertaba un aroma de barnices, una marea de resinas recién lloradas. Tal vez
porque su infancia, como la de tantos niños villeros, estuvo envuelta en estos
familiares efluvios. Para el cronista soñador, con la nostalgia de los años, aquellos
olores y ruidos de chiquillo, se convirtieron en músicas y aromas: el
escalofrío sonoro de las virutas, el redoble caliente del martillo, el rocío
perfumado del aserrín.
Un Museo de
muebles de artesanía en la Villa de La Orotava, debería explanar la veneración
a aquellos inolvidables artesanos, imperecederos carpinteros que ya no están
entre nosotros; Adolfo Padrón Hernández, Ángel Martín Trujillo, Domingo Machado
Rodríguez, José Hernández Quevedo, Ángel García Martín, Urbano Sosa Hernández,
Matías Hernández Pérez, Victoriano Martín Raya, Isaac Quijada Lima, Isaac
Valencia Pérez, Isabelino Martín Pérez, Isidro Cruz y su hijo Pedro, Eustaquio
García y muchísimos más que me perdonen por omitir su nombre.
Quiero dejar
manifiesto que la Villa de La Orotava ha tenido y aun siguen en la brecha
muchísimos maestros de sensacional maestría, deseo, que estéis en la encomienda
de todos vosotros y en la intimidad de un importante museo de ámbito nacional.
Si no me creen que le pregunten a la nobleza y al clero de antaño.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
No son sillas Vitorieras ,sillas y sillones de estilo Reina Victoria. De Tipo Inglés no de la Victoria de Acentejo.
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