El amigo del Puerto de
la Cruz; Agustín Armas Hernández, remitió entonces (14/10/2017) estas notas que
tituló: “LAS VIDES Y EL VINO”: “…CADA estación del año se relaciona, lo saben todos, con alguna
de las faenas agrícolas. En el plácido tiempo del otoño se tiene la grata
vendimia con la fermentación del mosto. Escribiendo de este líquido, forzoso es
remontarnos al patriarca Noé (quien ciertamente existió y del cual todos
procedemos). Fue quien primero, después del Diluvio Universal (hacia el 2650 a
.C.) plantó la vid, recibida de manos de Ángeles, según la tradición y habiendo
gustado del mosto, cayó embriagado inesperadamente.
Para griegos y romanos era la vendimia una de las más alegres,
que acompañaban con jubilosas canciones. Después hacían profusas libaciones y
emotivas ovaciones a Baco, dios del vino. Según las sagradas páginas, «el vino
alegra el corazón del hombre» (Salmo CIII, 15). Por fin el Divino Redentor, al
instituir el Sacramento del pan y el vino, prometió que bebería otra vez con
sus apóstoles el fruto de la vid en el Reino de los Cielos.
El intenso calor de las últimas semanas adelantó este año
la recolección de las uvas, jugoso fruto de las viñas. Halagüeñas perspectivas
nos ofrecen enólogos y viticultores, precisamente por haber llovido poco.
<<No hay mal que por bien no venga». Tendremos mejores mostos y,
consecuentemente, vinos de extraordinaria calidad. Lo contrario del año
anterior que, por llover más, los vinos fueron inferiores, aunque más abundantes.
Alegres van los campesinos, por caminos y veredas, transportando
en jumentos o vehículos motorizados las uvas hasta el próximo lagar. En el
campo, aromático perfume se percibe procedente de vides y lagares, preludio del
néctar esperado. Terminada está la recolección y las uvas estrujadas en el
lagar, donde se convertirán en el ansiado licor. El mosto pasó a los cascos,
donde por unas cuatro semanas «bullicioso», será controlado por los expertos
bodegueros. Mientras tanto, esperan ansiosos los buenos catadores para gustar
los nuevos vinos. Comenzaran éstos a consumirse y ponerse en venta por la
fiesta de San Andrés (30 de noviembre). Costumbre que persiste entre algunos.
Otros impacientes, acechan el final de la fermentación. ¿Cómo lo saben? Pues más
fácil que la regla de tres. Quítese la típica hoja de parra que cubre la boca
del envase; aplíquese un fósforo encendido y si éste no se apaga, ¡aleluya! La
manguera y a beber. ¡Pero no mucho; recordemos al patriarca diluviano! Algunos
impacientes, devotos del dios Baco, quizás quieran aplicar una linterna en
lugar del fósforo encendido. ¡Pero cuidado, que en esta operación vale más la
viticultura que la tecnicultura! ¡Os lo avisa uno que tiene experiencia, y fue
además electricista.
AL CAMPESINO CANARIO
¡Campesino, en qué piensas
Cuando miras a lo alto!
Lo haces siempre a las nubes
Y después al sediento campo!
Zarandearlas fuerte quisieras
Para así humedecer el campo
La fe agricultor, has perdido
El agua no baja, ya, de lo alto.
La lluvia no regará las tierras
De esos resequidos campos.
¿Sabes por qué no lo hará?
No lo pides como antaño.
Pídesela no a las nubes
Sino al Hacedor de los campos
Aquel al que le pedías en tus
Juveniles años.
Vuélvete a Él con amor y
Germinarán los campos…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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