Fotografía referente a la revisión de las tropas del batallón
borbónico del acuartelamiento de San Agustín de la Villa de La Orotava. En el
lado sur de la plaza de La Constitución, de la Alameda o del Kiosco de la
Música.
El 26 de marzo de 1906 Alfonso XIII llegó a Tenerife como primera parada de
su viaje a Canarias.
Era el primer monarca español que pisaba tierras canarias. La tarde del 28
de marzo recorrió las calles más importantes de La Orotava.
Pudo admirar un tapiz que se hizo como homenaje a su visita en la actual
Plaza del Ayuntamiento.
El
amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por
la universidad de la Laguna remitió entonces (1/05/2016) estas notas que tituló
“110 AÑOS DE UNA VISITA REAL“.
Publicadas
el sábado 30 de abril de 2016 en LA
OPINIÓN DE TENERIFE: “…La llegada de Alfonso XIII a las Islas
Canarias, en los últimos días del mes de marzo de 1906, representó la primera
visita de un monarca español a nuestro archipiélago. Se cumplen 110 años de aquel
acontecimiento, centrando el siguiente artículo en su estancia en Tenerife entre
los días 26-29 de marzo. En ese sentido, analizaremos un extenso trabajo publicado
en el periódico «El Tiempo», en su edición del 29 de marzo de 1906, disponible
en la red gracias al portal Jable de la ULPGC. Alfonso XIII, tras su llegada al
muelle, se desplazaría hasta La Laguna. “La batería de Montaña, colocada en San
Roque, saludó al Rey con 21 cañonazos, mientras la banda dejaba oír los acordes
de la marcha real”. Su salida del municipio fue multitudinaria. Tacoronte sería
otro de los lugares donde Alfonso XIII fue gratamente recibido, confeccionándose
a lo largo de las carreteras numerosas alfombras de flores. El siguiente
destino sería el Sauzal. En aquel pueblo, el Ayuntamiento, las autoridades y
numerosos vecinos se agolparon para ver al joven monarca, creándose, al efecto,
un sencillo arco de bienvenida en el que se podía leer lo siguiente: “A. S. M
el Rey”. En La Matanza, las casas se decoraron expresamente con sus mejores
galas, lanzando las mujeres del lugar multitud de flores que inundaron el coche
del rey. El trayecto continuó y se detuvo en Santa Úrsula. En aquel rincón se
preparó uno de los recibimientos más emotivos, ofreciendo el pueblo un ambiente
de gran animación gracias a la multitud de banderas y gallardetes que se
distribuyeron, junto a la presencia de un hermoso arco triunfal y un precioso
templete. Apoteósico sería el recibimiento creado por Enrique Ascanio,
decorando, con gran belleza, la carretera que llegaba hasta su finca y los espaciosos
almacenes de empaquetado de plátanos, construyendo un total de diecinueve
arcos, definiendo el espacio entre uno y otro con multitud de gallardetes y
banderas. Nuevos arcos marcaron el rumbo de la comitiva con dirección al hotel
Humboldt Kurhaus (posteriormente, hotel Taoro). La población portuense acudió
con gran expectación para observar lo que allí ocurría. En la entrada del edificio
se confeccionó una alfombra marcada por diversas tonalidades, elaborándose un
arco en la entrada del hotel con la particularidad de estar realizado a
imitación de los “abanicos japoneses”. Allí, la comitiva disfrutó de un
agradable almuerzo en compañía de militares, personal autorizado y diversos
invitados. Tras el almuerzo, el maestro Agrícola E. García, entregó al monarca
un impreso del pasodoble Alfonso XIII, escrito expresamente por tal músico para
ser interpretado en su presencia. Desde el hotel se trasladaron a observar y
disfrutar de la presencia de diversas calles del núcleo portuense. El muelle,
la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia y diversas calles del municipio
fueron objeto de admiración del monarca, atendiendo a la explicación del
proyecto de un puerto en el lugar, desfilando ante su presencia un numeroso
grupo de niñas con edades comprendidas entre 6 y 10 años llevando una divisa
bajo el siguiente lema: “El Puerto de Martiánez será nuestro porvenir”. En La
Orotava, sería nuevamente objeto de admiración. Las ventanas y balcones
presentaron un aspecto único, engalanándose con ricas colgaduras y numerosas
flores. Se ofreció en torno a su persona una misa en la Iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción, asistiendo la corporación municipal y numerosos
vecinos. El alcalde orotavense le entregaría un plano de plata realizado en
relieve de la isla de Tenerife, acordando el pleno municipal cambiar la
denominación de plaza de la Constitución por el nombre de plaza Alfonso XIII.
Numerosas muestras de afecto marcaron el regreso a la capital tinerfeña,
desplazándose hasta el muelle diversas personas para ofrecer una calurosa
despedida al primer monarca reinante que arribó a las siete islas de nuestro
archipiélago en su larga trayectoria histórica…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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